Vivimos en una era donde la adopción y el uso se han convertido en las principales barreras para el crecimiento tecnológico, y aunque el poder computacional está al alcance de nuestras manos, cada día se utiliza más poder con menos significado para reconstruir nuestra sociedad. El diseño está dando su última jugada para poner en evidencia el valor que la imaginación y creatividad tienen en nuestras industrias y en la vida cotidiana. Pero para ganar, necesitamos mentes diversas capaces de modificar el uso de la tecnología para crear nuevos caminos de esperanza.